El cuervo hace “gggrGGRGrggrggRGRGRG”.
Y el ruiseñor hace “piu-piu-piu”.
Y no pueden desempatar.
Bajo el árbol, pasa un cerdito.
El cuervo lo ve y lo llama:
- “¿Sí?”, contesta el cerdito.
Mi amigo el ruiseñor y yo, tenemos un problema. No podemos elegir cual de nosotros canta mejor que el otro. ¿Puede ayudarnos, por favor?”
- “Por supuesto.
El cerdito se sienta en un tocón, cruza sus piernitas y los escucha.
El cuervo hace “gggrGGRGrggrggRGRGRG”.
Y el ruiseñor hace “piu-piu-piu”.
El cerdito se lo piensa un rato y dice: “A mi juicio, el cuervo canta mejor.”
Evidentemente, el pobre ruiseñor se echa a llorar.
El cerdito dice: “Es normal que llore… Llora porque perdió…”
Y el ruiseñor responde: “No lloro porque perdí… Lloro porque fui juzgado por un cerdo.”
¡Qué gracioso! Me gusta muchísimo, y el mensaje está claro: no hay que fiarse en la crítica de los demás.
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